domingo, 5 de octubre de 2008

CREACIÓN DE ESCUELA ESPECIAL SECUNDARIA

27-09-08 Por Marcela Isaías / La Capital
Funciona en Rosario la primera escuela secundaria especial

Docentes y alumnos de la Escuela Nº 513 (Foto: S. Suárez Meccia)
La primera Escuela Secundaria Especial (o especial secundaria) provincial funciona en Rosario desde marzo de este año. Recibe a adolescentes desde los 13 años que están integrados en la escuela común y trabaja para que su inclusión educativa sea plena. El establecimiento funciona en Paraguay 626.
La historia de esta institución arranca hace poco más de 10 años, cuando se implementaban los 8º y 9º años de la EGB que extendían la obligatoriedad de la enseñanza (según la ex ley federal). Atender a esta necesidad llevó a unirse a las distintas escuelas especiales.
“Nos dimos cuenta que cada uno peleaba por lo mismo desde su lugar, así unificamos el pedido y sin querer nos encontramos trabajando juntos”, recuerda la actual directora de la 513 y ex de la Escuela Especial de Niños Sordos, Analía Gomítolo.
Eso les permitió conseguir horas disciplinares y un espacio para trabajar con los adolescentes que comenzaban a transitar el nuevo tramo obligatorio. Por ese entonces, Adriana Cantero era jefa de la Regional VI del Ministerio de Educación.
Pero también alcanzaron otros logros inesperados: rompieron con el trabajo por agrupamientos (sordos, ciegos, etc.), discutieron “la infantilización” que suele hacerse de la educación especial y diseñaron un lugar para los jóvenes.
Atención a la diferencia. Desde los inicios, este establecimiento trabajó con las derivaciones de las escuelas especiales de sordos y ciegos, con el tiempo se amplió a algunos alumnos que tienen alguna problemática de origen neurológica o de trastorno de la subjetividad.
Igual, el psicólogo de la institución, Angel Ayuso, indica que se trabaja desde “la atención especial desde la diferencia y no desde la patología, sino se lo que se hace es encuadrar y estigmatizar al adolescente”.
Con la aprobación de la ley nacional de educación (en diciembre de 2006), el desafío se duplicó para esta iniciativa. Mientras la directora muestra una carpeta engrosada por papeles que son un testimonio de los trámites realizados, confiesa que el 14 de marzo pasado se sorprendieron cuando se aprobó la creación de la secundaria que ahora dirige.
¿Y cómo funciona? Lo primero que hay que hacer para entender la lógica de su trabajo es romper con el imaginario de escuela común. Es que en realidad los 22 adolescentes —la actual matrícula— que asisten a la 513 están todos integrados, con diferentes recorridos, a distintas escuelas comunes secundarias.
Talleres y tutores. “Cada uno tiene un trayecto educativo diferente”, dice Gomítolo a modo de presentación de qué implica seguir su educación. Según cada necesidad, los chicos asisten a la 513 a recibir apoyo curricular y participar de talleres específicos, coordinados por un médico y un psicólogo.
Para esto también cuentan con la ayuda de tutores, en este caso son profesores de sordos y de ciegos y disminuidos visuales. La tarea que tienen es ayudarlos a estudiar las disciplinas como lengua, historia, inglés o matemática.
Este trabajo se hace a de a dos (o de a tres): se sienta el alumno, con su tutor y el profesor del área, y entre todos resuelven las dificultades.
De todos modos, las adaptaciones curriculares resultan sustanciales en los aprendizajes. “No se trata de enseñar menos, sino de buscar estrategias distintas de acceso al conocimiento”, dice la directora para explicar otra de las modalidades de enseñanza a la que apelan a la hora de la integración escolar.
La acreditación de los chicos se da con la aprobación de los trayectos educativos que responden al cumplimiento de la obligatoriedad escolar y a las necesidades de los alumnos. Todos reciben su título.
La directora advierte que “el trabajo interdisciplinario y en equipo” es la clave para que su escuela funcione. Señala como dato que ella recibe la supervisión de la educación media y especial por igual. La primera a cargo de Jorge Aguilera, la segunda de Estela Perino.
Pero el proyecto apunta a crecer: “Estamos haciendo encuentros con las escuelas medias para ver cuál es la potencial población de alumnos con discapacidad que tienen”.
“Los propósitos —agrega la directora— de esta escuela secundaria es para eso: para pensar en lo que cada alumno necesita”.
La mayoría de los chicos que asiste a la 513 están en integraciones totales, allí reciben los aportes más específicos. Por ejemplo, los chicos sordos participan en talleres de lengua y los ciegos del sistema Braille.
La otra pata de la escuela 513 es la tarea con lo subjetivo del adolescente: “Qué pasa con la discapacidad y el joven, con la sexualidad, cómo se sienten ellos en cuestiones subjetivas”. También se avanza en la integración entre las distintas discapacidades.
El camino de la integración. Cada tanto sorprende la noticia —por el hecho y la persistencia— de alguna madre que debe deambular por 30 o 40 escuelas primarias o jardines “rogando” que acepten a su hijo con discapacidad.
A diferencia de estos casos repetidos y que violan las legislaciones vigentes, desde la misma Convención de los Derechos del Niño, la directora Gomítolo asegura que en la escuela secundaria se transita otro camino, quizás porque antes ya se sortearon muchos obstáculos.
Al tiempo que el psicólogo Angel Ayuso rescata como pilares de la integración a la educación común, la especial, las familias y los chicos, la directora de la 513 insiste en decir una y otra vez que “la integración escolar implica entender qué es un trabajo interdisciplinario, en equipo, y no una isla donde se pueda trabajar solo”.
Para que este trabajo tenga sentido, dice Gomítolo que el secreto está en trabajar de cerca y junto a los chicos. Y un paso decisivo para afrontar en este oficio es no negar el problema: “Negar la discapacidad es una segregación encubierta”.
Consensos que hablan de inclusión
La coordinadora de Educación Especial del Ministerio de Educación nacional, Capital que cada provincia diseña los modos de enseñanza Ana Moyano, señaló a La apropiados para asegurar la integración de los alumnos. La referencia la hizo al ser consultada si existía otra escuela secundaria a nivel nacional con las características de la santafesina.
“En el marco de la ley nacional de educación, las jurisdicciones de nuestro país son autónomas en la generación de dispositivos que mejoren la calidad educativa de los alumnos con discapacidad. Desde el Ministerio nacional se construyen consensos que respetan dichas decisiones en cuanto favorezcan a todo el sistema educativo”, precisó Moyano.
Además recordó que a partir de la nueva normativa aprobada en el 2006, se trabaja entre la Nación y las provincias sobre educación especial y el nivel secundario ahora obligatorio.
"Dentro del marco de la ley nacional de educación, se está trabajando en el área de educación especial y con el resto de los niveles y modalidades para brindar un servicio educativo integral a los adolescentes y jóvenes con discapacidad”.
Este trabajo, agregó, se da “en el marco de la inclusión educativa, aprovechando toda la oferta que brinda el sistema educativo, construyendo redes interinstitucionales junto a las escuelas media, técnicas, de formación profesional, de jóvenes y adultos y escuelas especiales”.
Y al momento de responder en qué ejes se busca hacer hincapié cuando se habla de integración de chicos y jóvenes, desde la nueva situación que implica la obligatoriedad del secundario aseguró que, “como en toda situación de enseñanza y de aprendizaje se hace hincapié en considerar al alumno como sujeto de derecho, promoviendo su autodeterminación y autonomía”.
Qué dice la ley. La educación especial es abordada en la nueva ley de educación nacional en su capítulo VIII. Allí se explica que se trata de “la modalidad del sistema educativo destinada a asegurar el derecho a la educación de las personas con discapacidades, temporales o permanentes, en todos los niveles y modalidades”.
La normativa se rige por el derecho de inclusión educativa y asegura que “brinda atención en todas aquellas problemáticas específicas que no puedan ser abordadas por la educación común”. En ese sentido, se indica que tanto la cartera educativa nacional como las provinciales, garantizarán la integración de los alumnos con discapacidades “en todos los niveles y modalidades según las posibilidades de cada persona”.
Para que esto se concrete, en el mismo apartado se señala que las jurisdicciones son las que establecerán “los procedimientos y recursos correspondientes para identificar tempranamente las necesidades educativas derivadas de la discapacidad o de trastornos en el desarrollo, con el objeto de darles la atención interdisciplinaria y educativa para lograr su inclusión desde el nivel inicial”.
Discusión semántica
¿Escuela Secundaria Especial o Especial Secundaria? El debate por la denominación no es una cuestión menor. Algunos sostienen que primero debe ir el término secundaria, porque es la idea general —y en realidad gana en el uso común—, otros temen sacar lo específico de la educación especial si el término se ubica en segundo lugar. Por ahora la discusión persiste.
Integración y aprendizajes
En una de las aulas, donde un grupo de alumnos ciegos toma clases de Braille o están a punto de recibir apoyo en matemática, está Brenda, que tiene 14 años y cursa su secundaria en la Escuela Juan XXIII de Oliveros. Cuenta que cuando tenía 6 años y acompañaba a su hermana a clases de patinaje, una nena le acercó un par de patines y la invitó a que probara cómo era ese deporte. Desde entonces no se bajó más y asiste a clases en un club barrial. Afirman que es una excelente patinadora.
En la misma fila se sienta Alberto, a quien le encanta la hora de lengua. Cada mañana, antes de asistir a la Escuela 1.209 de Cabín 9, se levanta con mucho tiempo para dejar su cabello bien lacio y estar así en la onda de las tribus urbanas.
Cerquita está Franco, de 15 años, que sigue su secundario en la Escuela Nº 422 de Granadero Baigorria. Su compañero de clase, Marcos, está en tercer año de la escuela media en la San Francisco Solano. “La materia que me resulta más difícil es física”, comenta y agrega que le encanta tocar la guitarra y cantar.
Otro grupo de chicos conversa en lengua de señas en el patio. Marcelo Marcone, está entre ellos, es el preceptor y un ex alumno de la Escuela de Sordos, dice que los chicos no les dan trabajo y que si hace falta “se sienta a conversa con ellos”. Pero sobre todo está feliz con su trabajo.
Una oportunidad. Facundo tiene 16 años y está en la Técnica 625 Guido Spano. “Cuando me reciba quiero estudiar cine”, dice convencido de su orientación vocacional. Además están Noelia y Yanina que estudian en la Escuela Media Nº 338 Vigil.
Al final, Julián de 17 años y también alumno de la Vigil es el que pide la palabra para hablar de la 513. Y, simplemente, en lengua de señas agradece: “La oportunidad de integrarnos y aprender”.